La gran obra maestra de los hermanos Coen
En
el cine americano (y no sé si en la vida real) hay un lugar común para
describir al fracasado, al perdedor, a lo que ellos llaman, el
"Loser". Y es que su profesión suele ser vendedor de coches (usados
preferiblemente). Fargo es la
historia de un vendedor de coches desesperado, perdedor y miserable.
Cuando, en 1996, los Coen presentaron Fargo, se encontraban en un momento muy delicado de su carrera cinematográfica. Su película anterior, El gran salto, había sido un fracaso de crítica y público. Y aunque sus otras obras siempre habían gozado del favor de los críticos y del espectador más cinéfilo (Barton Fink había ganado la Palma de Oro en Cannes y Muerte entre las flores había sido universalmente celebrada), lo cierto es que hasta ese momento no habían conseguido funcionar demasiado bien en la taquilla. Podríamos decir que hasta Fargo, los hermanos Coen no eran "Los hermanos Coen", con mayúsculas. Pero después del mayor fracaso de su carrera, Joel y Ethan decidieron volver a sus orígenes, el cine negro-policiaco con el inconfundible sello Coen. Y qué gran favor le hicieron a la historia del cine.
Jerry
Lundegaard (William H. Macy) es un hombre desesperado y ahogado por las deudas.
Por ello idea un extravagante plan que consiste en contratar a unos tipos para
que secuestren a su mujer. Y que su suegro, que es rico pero le desprecia,
pague el rescate para él poder quedarse con el dinero. Como en todas las
películas de este género, el plan se
tuerce, y lo que parecía un asunto sencillo, acaba convirtiéndose para
Lundegaard en una pesadilla imparable.
Toda
la filmografía de los Coen gira alrededor de perdedores (llámelo cada cual como
quiera, perdedores, hombres sin suerte, desgraciados…). Si repasamos su
filmografía nos encontramos con Jeff Lebowsky, Llewelyn Moss (No es país para viejos), Barton Fink,
Tom Reagan (Muerte entre las flores)…
Todos sin suerte, todos perdedores. Pero, acaso no hablan casi todas las
grandes películas de la historia del cine de perdedores. ¿Qué es Charles Foster
Kane?, ¿No es Michael Corleone, en el fondo, un gran perdedor? ¿O Antoine
Doinel? ¿De qué habla El verdugo?
¿Charlot? Perdedores a los que les cambia la suerte, como C.C. Baxter en El apartamento, perdedores resignados
como Lamberto Maggiorani en Ladrón de
bicicletas, y así sucesivamente. Haced el ejercicio. Pensad en vuestras
películas favoritas. ¿De qué hablan?
Los
Coen ya habían demostrado en anteriores películas su maestría a la hora de construir personajes. Pero, en nunca había
sido esto tan notorio como en Fargo. Quizá
sea ésta la característica más extraordinaria de su cine, y lo que permite
reconocer que una película es de los Coen con sólo escuchar un par de
conversaciones. Su gran dominio en
la escritura de diálogos, su talento para dirigir actores y su ojo clínico a la
hora de hacer el casting, hace que los personajes made in Coen sean, en muchos
casos, clásicos del cine nada más estrenarse sus películas.
Se
ha discutido mucho acerca de qué quiere decir
ser un autor cinematográfico. Se confunde muchas veces cine de autor con cine de bajo presupuesto. Un autor es
aquel cuyo trabajo y estilo
cinematográfico es perfectamente reconocible. Ser un autor, sin embargo, no
significa necesariamente ser bueno. Me vienen varios ejemplos a la cabeza, que
no diré, de autores insoportables. Y
viceversa, hay grandes directores, que no tienen ni una pizca de autor. Los
Coen aúnan las dos virtudes. Son, quizá, el máximo exponente del cine de autor
contemporáneo americano. El toque ligeramente cómico que tienen en Fargo, hasta la más violenta de las
secuencias, es un buen ejemplo de ese sello inconfundible, marca de la casa.
Pero
¿qué tiene concretamente Fargo para
ser tan grande? Para empezar tiene un guión perfecto, sólido como una roca. Una
historia envolvente desde el momento en que vemos aparecer un coche remolcado
por otro en una carretera nevada, hasta que la sheriff Gunderson se mete en la
cama con su marido a hablar de sellos de 3 centavos. Una historia de violencia
que va creciendo como una bola de nieve, narrada con pulso de cirujano. Tiene
también tres actores en estado de
gracia, William H. Macy, Frances McDormand y Steve Buscemi, que interpretan en Fargo algunos de los mejores papeles de
todas sus carreras. Y tiene una dirección brillante, de una elegancia
extraordinaria, donde no hay ni un solo plano innecesario en toda la película. No me parece exagerado afirmar que los
Coen convierten cada secuencia de la película en una pequeña joya. Basta con
pararse a reflexionar después de cada secuencia, para comprobar que cada una de
ellas es oro puro. La academia de Hollywood, tan miope como de costumbre,
premió ese año, como mejor película, a esa cursilada pretenciosa llamada El paciente inglés, de la que hoy no
mucha gente se acuerda. Fargo obtuvo
dos estatuillas, la de mejor actriz para Frances McDormand, y la de mejor guión
original (faltaría más) para los Coen. Si los premios los diese yo, Fargo habría obtenido esa noche ocho oscars: mejor película, dirección,
guión original, actor principal para William H. Macy, actor secundario para
Steve Buscemi (este caso es especialmente sangrante, porque el galardonado fue
el histriónico e insoportable Cuba Gooding Jr. de Jerry McGuire), banda sonora original, montaje y fotografía. Pero
bueno, los académicos deciden, para bien o para mal (casi siempre para mal). Dentro de 50 años Fargo seguirá siendo una obra maestra y El paciente inglés sólo será una copia discretita de las películas
de David Lean
Frances McDormand recoge el óscar por Fargo
Personalmente
siempre he sentido debilidad por los actores de la factoría Coen. En Fargo tenemos a Steve Buscemi y Frances
McDormand, pero estoy pensando también en otros como John Turturro, Jeff
Bridges, John Goodman, Billy Bob Thornton... Todos ellos son extraordinarios
actores, pero pocos directores saben sacarles tanto partido como Joel y Ethan.
Dicen
que los Coen apenas necesitan hablar entre ellos en los rodajes. Con sólo una
mirada saben lo que está bien y lo que ha fallado. Son dos personas con una
única concepción de lo que debe ser el cine. Quizá sea ahí donde radica la
clave de su éxito.
Secuencia del secuestro
Alfonso Mazarro
No hay comentarios:
Publicar un comentario