lunes, 3 de junio de 2013

Fargo, de los hermanos Coen

La gran obra maestra de los hermanos Coen

En el cine americano (y no sé si en la vida real) hay un lugar común para describir al fracasado, al perdedor, a lo que ellos llaman, el "Loser". Y es que su profesión suele ser vendedor de coches (usados preferiblemente). Fargo es la historia de un vendedor de coches desesperado, perdedor y miserable.




Cuando, en 1996, los Coen presentaron Fargo, se encontraban en un momento muy delicado de su carrera cinematográfica. Su película anterior, El gran salto, había sido un fracaso de crítica y público. Y aunque sus otras obras siempre habían gozado del favor de los críticos y del espectador más cinéfilo (Barton Fink había ganado la Palma de Oro en Cannes y Muerte entre las flores había sido universalmente celebrada), lo cierto es que hasta ese momento no habían conseguido funcionar demasiado bien en la taquilla. Podríamos decir que hasta Fargo, los hermanos Coen no eran "Los hermanos Coen", con mayúsculas. Pero después del mayor fracaso de su carrera, Joel y Ethan decidieron volver a sus orígenes, el cine negro-policiaco con el inconfundible sello Coen. Y qué gran favor le hicieron a la historia del cine.



Jerry Lundegaard (William H. Macy) es un hombre desesperado y ahogado por las deudas. Por ello idea un extravagante plan que consiste en contratar a unos tipos para que secuestren a su mujer. Y que su suegro, que es rico pero le desprecia, pague el rescate para él poder quedarse con el dinero. Como en todas las películas de este género, el plan se tuerce, y lo que parecía un asunto sencillo, acaba convirtiéndose para Lundegaard en una pesadilla imparable.



Toda la filmografía de los Coen gira alrededor de perdedores (llámelo cada cual como quiera, perdedores, hombres sin suerte, desgraciados…). Si repasamos su filmografía nos encontramos con Jeff Lebowsky, Llewelyn Moss (No es país para viejos), Barton Fink, Tom Reagan (Muerte entre las flores)… Todos sin suerte, todos perdedores. Pero, acaso no hablan casi todas las grandes películas de la historia del cine de perdedores. ¿Qué es Charles Foster Kane?, ¿No es Michael Corleone, en el fondo, un gran perdedor? ¿O Antoine Doinel? ¿De qué habla El verdugo? ¿Charlot? Perdedores a los que les cambia la suerte, como C.C. Baxter en El apartamento, perdedores resignados como Lamberto Maggiorani en Ladrón de bicicletas, y así sucesivamente. Haced el ejercicio. Pensad en vuestras películas favoritas. ¿De qué hablan?



Los Coen ya habían demostrado en anteriores películas su maestría a la hora de construir personajes. Pero, en nunca había sido esto tan notorio como en Fargo. Quizá sea ésta la característica más extraordinaria de su cine, y lo que permite reconocer que una película es de los Coen con sólo escuchar un par de conversaciones. Su gran dominio en la escritura de diálogos, su talento para dirigir actores y su ojo clínico a la hora de hacer el casting, hace que los personajes made in Coen sean, en muchos casos, clásicos del cine nada más estrenarse sus películas. 



Se ha discutido mucho acerca de qué quiere decir ser un autor cinematográfico. Se confunde muchas veces cine de autor con cine de bajo presupuesto. Un autor es aquel cuyo trabajo y estilo cinematográfico es perfectamente reconocible. Ser un autor, sin embargo, no significa necesariamente ser bueno. Me vienen varios ejemplos a la cabeza, que no diré, de autores insoportables. Y viceversa, hay grandes directores, que no tienen ni una pizca de autor. Los Coen aúnan las dos virtudes. Son, quizá, el máximo exponente del cine de autor contemporáneo americano. El toque ligeramente cómico que tienen en Fargo, hasta la más violenta de las secuencias, es un buen ejemplo de ese sello inconfundible, marca de la casa.



Pero ¿qué tiene concretamente Fargo para ser tan grande? Para empezar tiene un guión perfecto, sólido como una roca. Una historia envolvente desde el momento en que vemos aparecer un coche remolcado por otro en una carretera nevada, hasta que la sheriff Gunderson se mete en la cama con su marido a hablar de sellos de 3 centavos. Una historia de violencia que va creciendo como una bola de nieve, narrada con pulso de cirujano. Tiene también tres actores en estado de gracia, William H. Macy, Frances McDormand y Steve Buscemi, que interpretan en Fargo algunos de los mejores papeles de todas sus carreras. Y tiene una dirección brillante, de una elegancia extraordinaria, donde no hay ni un solo plano innecesario en toda la película. No me parece exagerado afirmar que los Coen convierten cada secuencia de la película en una pequeña joya. Basta con pararse a reflexionar después de cada secuencia, para comprobar que cada una de ellas es oro puro. La academia de Hollywood, tan miope como de costumbre, premió ese año, como mejor película, a esa cursilada pretenciosa llamada El paciente inglés, de la que hoy no mucha gente se acuerda. Fargo obtuvo dos estatuillas, la de mejor actriz para Frances McDormand, y la de mejor guión original (faltaría más) para los Coen. Si los premios los diese yo, Fargo habría obtenido esa noche ocho oscars: mejor película, dirección, guión original, actor principal para William H. Macy, actor secundario para Steve Buscemi (este caso es especialmente sangrante, porque el galardonado fue el histriónico e insoportable Cuba Gooding Jr. de Jerry McGuire), banda sonora original, montaje y fotografía. Pero bueno, los académicos deciden, para bien o para mal (casi siempre para mal). Dentro de 50 años Fargo seguirá siendo una obra maestra y El paciente inglés sólo será una copia discretita de las películas de David Lean

                                         Frances McDormand recoge el óscar por Fargo

Personalmente siempre he sentido debilidad por los actores de la factoría Coen. En Fargo tenemos a Steve Buscemi y Frances McDormand, pero estoy pensando también en otros como John Turturro, Jeff Bridges, John Goodman, Billy Bob Thornton... Todos ellos son extraordinarios actores, pero pocos directores saben sacarles tanto partido como Joel y Ethan.

Dicen que los Coen apenas necesitan hablar entre ellos en los rodajes. Con sólo una mirada saben lo que está bien y lo que ha fallado. Son dos personas con una única concepción de lo que debe ser el cine. Quizá sea ahí donde radica la clave de su éxito.

                                                     Secuencia del secuestro

Alfonso Mazarro

No hay comentarios: